viernes, 13 de octubre de 2017

Los Navalmorales: María Victoria Navas, el Pregón de las Fiestas del pueblo y otras alegrías de este año 2017




Hace un par de meses el Ayuntamiento de Los Navalmorales encargó el Pregón de las fiestas de 2017 a María Victoria Navas Sánchez-Élez. Y en las vísperas de las fiestas, Mariví leyó un pregón animoso y ajustado, un pregón en el que sus palabras destilaron ironía, melancolía y amor a su pueblo. Un pregón en el que también hizo recuento de todo lo que, pasado y presente, constituye la identidad de Los Navalmorales, de sus logros y de sus posibilidades de futuro. Un pregón hecho con ganas, con emoción y con estilo. Un pregón en el que rindió homenaje a todos los navalmoraleños, por sus trabajos, sus virtudes y su rica historia.

Mariví me sigue emocionando cuando canta el romance de “La doncella guerrera”. Y creo ser sincero si digo que me emocionaría, bien es verdad que quizá no tanto, aunque Mariví no fuese mi mujer. He de decir que tampoco es casual que haya elegido ese romance, pues Mariví es una mujer que defiende su igualdad con los hombres (y mujeres) en la vida diaria, una igualdad en derechos y deberes en la que hombre y mujer nunca olviden sus respectivas identidades como personas. Así que enhorabuena otra vez, Mariví, por tu pregón, por tu gracia y por tu sabiduría.


Ha sido este un verano rico en homenajes y alegrías: a la sincera y rotunda emoción de los navalmoraleños cuando oyeron el pregón, hemos de añadir el reconocimiento del pueblo portugués de Barrancos y del Centro de Lingüística de Lisboa hacia el trabajo de investigación de la lengua barranqueña al que María Victoria ha dedicado muchos años. En Barrancos se presentó, a finales de julio, su libro Barrancos, Lingua, Cultura e Tradição, en un acto con proyección de futuro y, también, muy emotivo. 

Y como no hay dos sin tres, en este mes de octubre María Victoria ha ingresado en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, un justo reconocimiento a su trabajo como profesora  de Filología de la UCM, a sus tareas docentes y a su labor investigadora en los diversos campos de la filología portuguesa y española. Enhorabuena otra vez, Mariví. Yo sé que tú ya disfrutaste de tus trabajos mientras los hacías. Pero siéntete feliz y alégrate, porque no siempre se reconoce en vida aquello que uno ha hecho para los demás.


Aquí traigo el vídeo y el texto del pregón, para quienes queráis verlo y oírlo.




PREGÓN DE LAS FIESTAS DEL
SANTÍSIMO CRISTO DE LAS MARAVILLAS
SEPTIEMBRE 2017.
PLAZA DE TOROS DE LOS NAVALMORALES

"Queridos paisanos, espero que a la escucha de este pregón improvisado estéis todos bien. Yo también bien, gracias a Dios.

Sr. Alcalde y Ayuntamiento de Los Navalmorales, familiares, amigos y paisanos navalmoraleños todos, incluyo también a los forasteros, porque como dice la frase conocida, aquí cabemos todos, ¡¡¡¡muy buenas noches!!!!!

Es para toda mi familia y para mí un gran honor que esta corporación se haya acordado de mi persona para realizar el pregón de este año.
Y les doy la enhorabuena por el buen criterio que han tenido al elegirme, porque estoy doblemente orgullosa ya que soy la primera mujer a la que se concede este honor.
Algo va bien, mozas, mujeres, niñas. Los tiempos van cambiando para nosotras. ¡Enhorabuena!

Pero quiero avisaros de que este pregón lo hemos escrito entre todas mis primas. Así que si no os gusta no tengo la culpa. Reclamadles a ellas.

Creo que este ayuntamiento ha acertado de lleno al invitarme a ser la primera pregonera de Los Navalmorales porque nací en el barrio más castizo, Tierra Toledo, el más antiguo, el que tiene más solera, el punto de partida de lo que luego fueron Los Navalmorales.
Tenemos la temperatura más fresca en verano, estamos más cerca de las estrellas y tenemos el mejor laberinto de calles de todo el pueblo.

Además, por si fuera poco esta solera, también tengo raíces maternas en la Villa, en el Convento de los Capuchinos, que eso no lo tiene cualquiera, sólo los Sánchez-Élez, por algo nos llaman las Frailas,
y también tengo otro pie en la Villa, pues los Navas nacieron y vivieron en Navalmoral.

Tal vez no parezca mucha cosa, haber nacido en Tierra Toledo para estar hoy aquí subida, tal vez no sea lo bastante.
Y pensando, pensando creo que he encontrado el porqué de este honor.
Porque creo que la corporación ha querido rendir homenaje, en mi persona, a aquellos niños que fueron obligados a salir de aquí por motivos profesionales de sus padres y marcharse fuera de este lugar. Y que pasados muchos años han decidido volver y recuperar sus raíces. Es lo que me sucedió. “Me marcharon” de aquí siendo una niña de pocos meses pero tuve la gran suerte de poder regresar todos los veranos a partir de los siete años.
El choque entre la vida de fuera, donde vivíamos, en mi caso, Marruecos, y el modo de vida de aquí fue impactante en todos los aspectos.

Aquí entramos en contacto con un mundo rural ya casi en extinción: los rebaños de borras y cabras, que con sus galdarros nos despertaban en su salida al campo, el chirriar de las ruedas de los carros por el empedrado, los nombres de oficios y objetos: el galápago, los dediles, esmamonar, los chupones, fararse, ir a la fuente con la cantarita y el botijo, la zafra, las orzas, barrer con escobas de paja y de cabezuela, el corral que era el cuarto de baño, el pozo en las casas, la cueva donde se guardaban el botijo y la limoná, el palanganero, las albarcas, la comida comunal en el azafate, el gazpacho en la hortera, el sogato de la lumbre, la marmita, los pucheros, los calderos, las estrébedes, la plancha de carbón, los frutos desconocidos como los higos de la tía Gala o las uvas de cojón de gato.

El puesto de la tía Misi y de los Sánsanos para comprar cañamones, chufas, palodús y habas de las indias, los tostones por Santiago, el Silo donde jugábamos a la comba y al balón, la novena al “Santo Cristo de las Maravillas”, las fiestas donde estrenábamos un vestido, la imponente procesión, el ferial con la buitoma, la ola y las cunitas, el puesto de la tía Ricarda, donde nos feríabamos una muñeca de cartón y chinflatas, el herradero, las posadas, las tabernas, el baén donde se reunían los jornaleros para ser contratados, el pecero  con su bicicleta con serones, la Botona, que nos traía el granizado de limón, los churros de la tía Rosario atados con un junco, el fresco donde nos reuníamos por las noches…

Y lo mejor, el encuentro con la familia, a la que poco habíamos visto. La casa de la abuela Evarista, como centro de todo el universo familiar donde recutíamos todos los nietos. Una vivienda donde había un mulero, “Por San Ramón se buscan los criaos”, cuadra, pocilga, gallinero y un antiguo molino, y donde nunca se cerraba la puerta falsa. Donde se sacaba el estiércol y se metía la paja por el boquerón, se subía el grano a la troje, donde los primos estezábamos y hacíamos todas las faenas inimaginables, de manera que cuando nos íbamos la abuela exclamaba entre divertida y harta, “¡Gloria lleváis pero hay que ver la que dejáis!”.

Se iba a lavar la ropa al río Cedena o al Pusa y nos bañábamos en viso oteando que ningún pastor estuviera atento al acontecimiento.
Pero lo que no nos gustaba nada, nada, nada, era la manía que tenían todas las mujeres de la familia en que aprendiéramos a bordar, a hacer ganchillo, corte y confección.
La cantidad de juegos de cama, mantelerías, puntillas y punto que nos obligaban, con tarea diaria, si queríamos ir de paseo. Una auténtica tortura.

Aquí tuvimos la primera cuadrilla, las niñas de mi calle Amparo que, al anochecer, íbamos a buscar la leche. Aquí nos corrieron los mozos. Al baile del tío Carpo íbamos en las bodas a echar una, en el baile del tío Pepe pasamos muchas tardes sentadas en el banco esperando, desesperando, que algún mozo se apiadara de nosotras y nos sacara a bailar. El Chaparral lo teníamos desgastado de los paseos sin fin, arriba y abajo, esperando que vinieran ¡ay! los mozos a acompañarnos.

Estoy muy orgullosa de ser de este pueblo. Aquí tengo mis raíces y por eso, después de haber sido una andorrera, pasados los años he regresado a Los Navalmorales y aquí tengo una casa, que he intentado por todos los medios que se parezca lo más posible a la de la abuela Evarista.

En los años 90, cuando preparábamos Jesús (mi marido) y yo el libro de mi padre, Telesforo, Recuerdos y Memorias, descubrí que en este pueblo se habían cantado romances desde muy antiguo:

      Gerineldo, Gerineldo,    Gerineldito pulido
     Quién te tuviera una noche,  tres horas a mi albedrío

Para mí fue una revelación totalmente inesperada: durante años había venido regularmente a nuestro pueblo y nunca había oído hablar a los navalmoraleños de esta composición, documentada ya en el siglo XVI.

A partir de este texto fui tirando del hilo y hoy sabemos que este pueblo tiene un rico legado de romances, transmitidos de boca en boca, como “La doncella guerrera”:

-        De amores me muero madre     de amores me muero yo
            Que los ojos de don Marcos    son de hembra y no de varón.
-        Convídale tú, hijo mío,    a la playa a bañar
Que como ella sea hembra   no se querrá desnudar.

Los testimonios, unos 85, que recogí gracias a la generosidad de tantos navalmoraleños, constituyen uno de los documentos más importantes que se conocen en Castilla – La Mancha y en Extremadura, y por ello el Romancero y Cancionero de Los Navalmorales, que los reúne, está incluido en una base de datos de la Universidad Americana de Whashington.

¿Y por qué este pueblo tiene tantos testimonios de literatura oral y tradicional, de cantares, canciones y con tantas variantes?
Porque este pueblo está en un cruce de caminos y ha sido un lugar de encuentro de gentes que venían de otras partes y que por aquí pasaban. Aquí se venía a comprar de los pueblos próximos. Aquí había importantes fraguas que sirvieron a los ejércitos en la primera guerra mundial, aquí hubo un comercio activo y en expansión.

Porque Los Navalmorales es un pueblo acogedor y solidario. Nuestros amigos cuando vienen quieren volver y se lo dicen a otros amigos, que también se apuntan.
Para no hablar del aceite que, como decía mi madre, es el mejor del mundo, sobre todo el de los Carriles. Ni del mazapán que encargan en Navidad de todas partes, incluido el extranjero.

Somos un pueblo generoso. Aquí existen una serie de asociaciones sin ánimo de lucro, lo que ahora llaman ONGs. Además de las religiosas, como Cáritas, está  Cruz Roja, que recibió la medalla de oro por la integración en la escuela, la Mesa de Trabajo por Los Navalmorales, la Mirada Verde, el campamento veraniego de niños, el apoyo a Guinea Ecuatorial. Asociaciones como La Amistad, la Banda Municipal Pepe Menor, la Coral Cristo de las Maravillas, el Grupo de Jotas, el Club Sports Pusa de Ciclismo, la Hermandad de la Santa Cruz, el Grupo de Ajedrez, Las Correcaminos, el Club de Fútbol, y otras más de las que me olvidaré.

Somos un pueblo abierto y en continua transformación. En el último número de Forja se dice que el 26 por cien de las personas que viven en Los Navalmorales han nacido fuera de Castilla –La Mancha, y de ellos el 15% son extranjeros, no olvidemos la cantidad de parejas mixtas aquí instaladas.

Y somos también un pueblo informado y formado, un pueblo que sabe defender sus derechos como demuestran los muchos pleitos que mantuvimos con el Señorío de Valdepusa desde el siglo XVIII, para pagar menos impuestos al Marqués cambiando la siembra de cereales por la plantación de olivas, evitando así unas cargas injustas.
Un pueblo con visión de futuro, como lo demuestran la iniciativa de los vecinos, allá por el año 1653, para convertirse en Villa y la decisión de unir los dos pueblos, por acuerdo unánime de sus ayuntamientos, en 1833.

Paisanos, navalmoraleños, voy a terminar contando una anécdota personal. Cuando nos casamos Jesús y yo, al finalizar la comida en el restaurante, nuestros amigos recitaron poemas elevados relativos al amor, cantaron canciones alusivas románticas y después…., claro está, empezaron todos a gritar ¡que cante la novia, que cante la novia!
Yo, que soy muy tímida, me quedé en blanco y sólo se me ocurrió cantar, para espanto de todos:

            Y yo no niego mi patria
            Soy de Los Navalmorales
            Y yo no niego mi patria
            Tampoco puedo negar
            Que un morenito me mata.

Felices fiestas a todos. Bailad mucho y bebed poco.
Vivan Los Navalmorales.

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