sábado, 5 de abril de 2014

Esperanza Aguirre: De la España cheli a la España choni





Que me abro
Por Carlos Boyero. El País, 5 de abril de 2014

No alimento con miguitas de pan a las palomas en los parques, pero comparto muchos rituales de los jubilados y de los ancianos. Como visitar, aunque no necesite en ese momento sus productos, pequeñas tiendas de mi barrio. Por empatía con sus moradores, para soltarnos el rollo maldiciendo en vano el estado de las cosas, para abusar de tópicos expresados con afán de originalidad, por supuesto. Como ver desfilar a la gente desde un banco solitario, mirando obsesivamente el cielo, siendo iracundo testigo de cómo ciudadanos transparentemente de orden miran hacia otro lado mientras que sus amados canes depositan sus excrementos en las aceras. Deseando fervientemente que la autoridad y la justicia sirvieran para algo y obligaran a los dueños a comerse la mierda de sus inocentes animalitos.

Y cómo no, hago corro y coro con vocación linchadora, me uno al clamor de frases hechas y lugares comunes, cada vez que un desaprensivo ha bloqueado el tráfico de las calles, impidiendo el paso de autobuses y coches grandes, porque sus genitales han decidido abandonar su vehículo con insultante desprecio hacia el prójimo. Cuando llegan los agentes municipales, algunos de los infractores ponen carita de animal arrepentido, o justifican su pasote asegurando que atendían a un familiar que se había puesto repentinamente enfermo, o utilizan pretextos dadaístas, o se ponen chulos si llevan la conveniente dosis etílica para exhibir su coraje.

Pero lo que este convencional paseante urbano no ha visto nunca (solo en las películas de gánsteres) es a uno de esos jetas profesionales salir huyendo y atropellando la moto de los agentes cuando le están multando. ¿Qué ocurrió en el sofisticado cerebro de Aguirre, la eterna dueña de Madrid, para actuar tan compulsivamente, como cualquier zumbado puesto hasta las cejas? Probablemente, la seguridad de que las diosas son intocables para los pobres humanos. Pero he aquí que la profesionalidad, ese concepto tan hermoso, infrecuente y arriesgado, aparece en la figura de esos agentes machistas (la grotesca definición es de la dama) que persiguen a la ilustre huida hasta su mansión y le exigen explicaciones. Son mis héroes. Y después sufren un ataque de ansiedad. Normal. Ojalá que no pierdan su trabajo.



Woman del Callao

Por Luz Sánchez-Mellado. El País, 5 de abril de 2014

Luego me ponéis de vuelta y media en los comentarios, ingratos. Que si qué basta, que si qué ordinaria, que si qué petarda. Pero es que, por mucho que se empeñe una, la actualidad no le deja elevar el tono. Y no hablo de esta bocaza que me han dejado en Corporación Dermoestética, que cualquier día me la parten por no cerrarla a tiempo. Me refiero a mi línea editorial, de la otra mejor no hablamos, del lunes no pasa que empiezo la Operación Fuera Refajo. A lo que voy, que pierdo el hilo más que Floriano. Tenía ya hilvanado un análisis superdocumentado sobre la vuelta al poder de Ségolene Royal y sus implicaciones en la estabilidad hormonal del presidente galo, cuando vaEsperanza Aguirre, hace una pirula en Callao, se pone farruquita porque le cascan una multa, y del propio berrinche, le vuelca la moto a un poli de su íntima Botella. Ya me dirás tú, teniendo semejante Gran Vía Shore a la puerta de casa, para qué va a molestarse una en sacarles coplas a las ex de Hollande, el Gabacho que Castiga.

Llamadme casposa, perdón, castiza, pero en cuestión de chulos soy más de Pichi el del chotis. Y si hablamos de señoras, para chula, y choni, Esperanza. Seguro que los agentes de movilidad eran unos rencorosos de clase. Se cebaron con ella porque es marquesa consorte, porque con los ciudadanos de a pie no se meten nunca. La colección íntegra de la macrotienda de Zara en Serrano me probé yo esa tarde aparcada en cuarta fila, y ni les vi el pelo. Claro: estaban todos en Callao acosando a la expresidenta. Porque a mí nadie me quita de la cabeza que los esbirros de Botella fueron a por ella descaradamente. Ella, una abuela esclava condenada a circular por pleno centro con un cochazo de alta gama para poder sacar a los nietos de paseo. Ella, que conducía su propio vehículo cuando podría ir en coche oficial y dos escoltas llevándole las bolsas. Ella, que con el lío que tiene cazando talentos a lazo, había hecho un hueco en su agenda y se dirigía a una timba de brisca, perdón, bridge, con fines puramente benéficos. Ella, en fin, que destapó personalmente la trama Gürtel.

Una mártir del liberalismo, Esperanza. Nuestra Señora de la Igualdad de Oportunidades. Ya lo decía Adam Smith: laissez faire, laissez passer —dejad hacer, dejad pasar— en el XIX. Y vienen ahora unos machistas irredentos que aún no han digerido que las mujeres conduzcan, y la retienen ilegalmente un cuarto de hora de Rolex con la de cosas que tiene que hacer por el PP y por España. Si eso no es abuso de poder, que vengan Castro y Maduro y lo digan. Así, no me extraña que Aguirre les soltara dos frescas, lo escandaloso es que Femen aún no les haya hecho un destete a los municipales por falócratas. Ahora, con todo, lo peor no ha sido el episodio, sino cómo la han dejado a los pies de las motos sus congéneres de partido. Que todos somos iguales ante la ley, le han espetado Botella y Sáenz de Santamaría. Porque sé que no eres malpensada, ni rencorosa, ni que cortas cabezas como quien se corta las puntas, Espe. Si no, yo que tú me maliciaría que Ana y Soraya te están ninguneando a ver si dejas el campo libre. La delegada Cifuentes no sabe, no contesta.

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