viernes, 9 de marzo de 2012

Casablanca, el tiempo no pasa





Ayer me senté en el sofá después de cenar, con intención de ver la tele un rato antes de irme a acostar. En la pantalla apareció Casablanca, recién comenzada. La ponían en La 1, es decir, que se podría ver toda seguida, sin cortes para anuncios. Aunque la he visto varias veces, y a pesar de que la tengo en DVD, me apetecía verla junto con mucha gente:  una buena peli en blanco y negro, en La 1, sin anuncios.

Con buen ritmo, con una historia de amor compleja, con cierto cinismo, con inteligencia, con humor, el café americano de Tánger vibra de emoción cuando todos en pie, salvo los nazis, cantan La Marsellesa, un momento de la película en un año, 1941 creo, en el que aún faltaba mucho para que el nazismo fuera vencido. Las escenas de Bogart y Sam, la extraña y cínica pareja que cierra la película, la historia de amor dentro de una atmósfera densa y compleja hacen de Casablanca una película que hoy se ve muy bien. Respira ritmo, vibra en su tensión y nos permite desear, una vez más, que Sam toque El tiempo pasará, porque por la película el tiempo no pasa, ni por nosotros cuando la vemos, una vez más.

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